lunes, 24 de diciembre de 2012

COMIENZA EL TIEMPO DE ADVIENTO

Cada año se inicia con las vísperas del domingo más cercano al 30 de Noviembre y termina antes de las vísperas de la Navidad. Los domingos de este tiempo se llaman 1°, 2°, 3° y 4° de Adviento. Los días del 16 al 24 de diciembre (la Novena de Navidad) tienden a preparar más específicamente las fiestas de la Navidad.
El tiempo de Adviento tiene una duración de cuatro semanas. Desde el primer domingo se prolonga hasta la tarde del 24 de diciembre, en que comienza propiamente el tiempo de Navidad.
El Adviento es tiempo de preparación y esperanza.
” Ven Señor y no tardes “.
Este es un tiempo para hacer con  especial finura al examen  de nuestra conciencia y de mejorar nuestra pureza interior para recibir a Dios.
Es el momento para ver cuales son las cosas que nos separan del Señor y quitarnos todos aquello que nos aleja de Él. Es por eso importante ir a las raíces mismas de nuestros actos, a los motivos que inspiran nuestras acciones y después acercarnos al sacramento de la penitencia o reconciliación, para que se nos perdonen nuestros pecados.
Así cuando llegue el día de Navidad, nuestra alma estará dispuesta para recibir a Jesús. Es necesario mantenernos en estado de vigilia para luchar contra el enemigo que siempre estará acechándonos para alejarnos del bien.
Tenemos 4 semanas en las que Domingo a Domingo nos vamos preparando para la venida del Señor:
. La primera de las semanas de adviento está centrada en la venida del Señor al final de los tiempos. La liturgia nos invita a estar en vela, manteniendo una especial actitud de conversión.
. La segunda semana nos invita, por medio de Juan Bautista a «preparar los caminos del Señor»; esto es, a mantener una actitud de permanente conversión. Jesús sigue llamándonos, pues la conversión es un camino que se recorre durante toda la vida.
. La tercera semana preanuncia ya la alegría mesiánica, pues ya está cada vez más cerca el día de la venida del Señor.
. Finalmente, la cuarta semana ya nos habla del advenimiento del Hijo de Dios al mundo. La Virgen María es figura central, y su espera es modelo estímulo de nuestra espera.

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