miércoles, 24 de octubre de 2012

EN EL 10º ANIVERSARIO DEL FALLECIMIENTO DEL REV. PADRE ANTONIO MATHET

El Padre Mathet nació en Buenos Aires, el 24 de mayo de 1932.
   Luego de estudiar en el Seminario de Paraná, fue ordenado por Monseñor Tortolo, el 8 de mayo de 1976.
 Siempre fiel a la Misa de Siempre, fué capellán del Hospital Naval y posteriormente del Hospital Ferroviario, pero su negativa a celebrar con el Novus Ordo, le valió perder dichas capellanías.
 Él y los Padres Hervé Le Lay y Sanchez Abelenda, fueron los primeros paladines de la Santa Misa en la Argentina.
  Luego de la visita de Monseñor Lefebvre al país se unió a la Fraternidad San Pío X, en la que permaneció hasta 1989.
 Siempre fiel a la Fe de siempre, siguió asistiendo a los fieles de Buenos Aires en su capilla particular, colaborando también con la Universidad Autónoma de Guadalajara, en Méjico. 
 Falleció, en la ciudad de Guadalajara, el 11 de mayo de 2002. Sus restos descansan en el cementerio de la Recoleta, en la Ciudad de Buenos Aires.

Carta de Rev. Padre Mathet al Padre Hervé Le Lay

Marzo 1978

Muy apreciado Padre Le Lay:

Le escribo para poner en su conocimiento que el pasado 30 de Noviembre fui expulsado de la Capellanía del Hospital Naval de Buenos Aires, cargo que desempeñaba, por ser fiel a la Misa de siempre codificada por el Papa San Pío V.

Al respecto fui convocado por el Vicario de las Fuerzas Armadas, Monseñor Adolfo Tortolo, obispo de quien dependía, con quien mantuve por ese motivo de la Misa tres entrevistas de más o menos de una hora de duración cada una en las que me acusó de celebrar según ese rito milenario, lo que así era, en efecto. Traté en dichas entrevistas de defender mi posición en la fidelidad a esa Misa celebrada por todos los santos a lo largo de los dos mil años de existencia de la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana.

Finalmente se me amenazó con la Suspensión “a divinis” si persistía en mi posición. Respondí que persistiría en la misa pese a cualquier sanción canónica que se me impusiera, dando las gracias de antemano por el honor que se me hacía, pese a mi condición pecadora, de suspenderme por el “delito” de fidelidad a lo más santo que tiene la Iglesia como es el Santo Sacrificio de la Misa, renovación del mismo Sacrificio de la Cruz. A partir de ese momento en que hice notar al obispo que tal suspensión sería totalmente inválida ante Dios por un “delito” tan santo, desde ese momento no se habló más de suspensión, solo se habló entonces de que tenía que dejar el cargo de capellán  del Hospital Naval que hasta ese momento desempeñaba, en efecto, dejé el 30 de Noviembre. El motivo de todo este emplazamiento obedecía a que Mons. Tortolo había recibido una carta del Cardenal Aramburu en la que éste me acusaba de celebrar la Misa según el rito de San Pío V en su Arquidiócesis.

Lo saludo en Cristo y en María con la mayor consideración.

Pro. Antonio Mathet

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