El profeta Amós anunció que llegaría el día “en que Dios mandaría hambre sobre la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la Palabra de Yahvé” (Amós 8,11). Así pues, esta hambre de escuchar la Palabra de Dios es inherente a nuestra imperfecta naturaleza. El hombre, que desea conocer a su Creador, debe en esta búsqueda estar apercibido de que infinidad de doctrinas erróneas inventadas por los fundadores y dirigentes de los grupos proselitistas, han tratado de basarlas en la Biblia, pero la Biblia mal interpretada. Ya el apóstol san Pedro lo advertía en 2 Pedro 3,16, que habría quien torcería la enseñanza de la Sagrada Escritura para para su propia perdición.
Alguien dijo lo siguiente: “De la Biblia mal interpretada, se puede sacar hasta petróleo”
José Smith, fundador de los mormones, basándose en el mandato divino de Génesis 1, 28 y 35, 11 que dice: “crezcan, multiplíquense, llenen la tierra”… aprobó la poligamia.
José F. Rutherford, segundo líder mundial de los Testigos de Jehová, apoyó la conocida negativa de los Testigos de Jehová de aceptar transfusiones de sangre, que tantas muertes ha causado entre ellos, interpretando mal el texto de Hechos 15, 20, cuando la Iglesia Primitiva proclamó un mandato transitorio y circunstancial de abstenerse de sangre, para favorecer la convivencia entre cristianos de origen judío y los de origen gentil.
Los líderes de los Adventistas del Séptimo Día, utilizando Éxodo 20, 8, que dice: “recuerda el día sábado para santificarlo”, obligan a sus adeptos a guardarlo como los judíos del Antiguo Testamento y rechazan el Domingo, “Día del Señor” propio de los discípulos de Cristo.
Los "cristianos" fundamentalistas, como la Iglesia Apostólica de la fe en Cristo Jesús, y otros de la misma línea doctrinal, leyendo el libro de los Hechos 8, 16, que señala: “…únicamente habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús”, dicen que los cristianos se deben bautizar sólo en el nombre de Jesús y no en el de las Tres Personas de la Santísima Trinidad, aunque esto último es mandato expreso de Cristo, como puede verse leyendo Mateo 28, 19.
La gran cantidad de Iglesias cristianas evangélicas, citando Romanos 3, 28, que dice: “concluimos que el hombre es justificado por fe, sin las obras de la Ley”, proclaman que la justificación (salvación) se obtiene sólo por la fe sin obras, en oposición a lo que dice Santiago 2, 26.
En los Pentecostales y las Asambleas de Dios se han suscitado casos de personas, principalmente niños, que han muerto porque sus padres no recurren al médico para atender sus padecimientos, ya que creen, interpretando mal S. Lucas 8, 48, que todo se cura sólo por fe y oraciones. En cambio los judíos, el pueblo de la Biblia, sí recurrían a los médicos, como se puede ver en Eclesiástico (Sirácides), capítulo 38. Entre los evangelistas hubo un médico eminente, San Lucas, de quien dice San Pablo en Colosenses 4, 14, “Lucas, el querido médico”. En S. Mateo 9, 12 Nuestro Señor Jesucristo dice: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos”.
En San Luis Potosí, en una comunidad de personas de este tipo de doctrina, algunas de ellas cayeron muertas al inhalar gas butano. El pastor les decía que era la acción del Espíritu Santo, como puede leerse en el periódico El Heraldo de Chihuahua del 1° de enero de 1992.
Los seguidores de la orinoterapia (beber la propia orina), justifican esta práctica en el texto de Proverbios 5, 15, que dice: ¡toma el agua de tu propia fuente…!”
Las prácticas más descabelladas pueden tener apoyo en la Biblia mal interpretada, citar éstas, sería interminable. Para evitar ser víctimas de estos y otros daños tan terribles, vayamos a la Sagrada Escritura siempre atendiendo la interpretación del Magisterio de la Iglesia Católica Romana a quien Jesús le dio este ministerio S. Lucas 10,16 y no quienes la proclaman al margen de éste.
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